miércoles, 7 de mayo de 2008

El terror que te pellizca los codos y lo pateás a la mierda.
Puedo alejarte siete kilometros a la redonda, pero vas a desaparecer de verdad?
No,
y no, y casi nunca.
Me tocás el timbre, lo escucho, me visto, me desvisto, abro la puerta y eclipsás todo alrededor.
Todo el mio.
Me retuerzo la lengua, muerdo las ganas de decirlo. Las mastico hasta desintegrarlas y me olvido una vez más de la frase. Me la olvido? Mentiras y patrañas, no dejo de tenerla presente. (Al menos no pierde el sentido)
Se me escapan letras y las arrepiento. No quiero volver a patearte pero la verguenza me corta la respiración y me enloquezco de tan solo mirarme al espejo e imaginarme diciéndolo.
Eso. No lo digas, es de mala suerte.
Me voy a cortar las piernas porque no quiero patearte más. Pero seguramente busque nuevas formas de alejarte y quizás termines ahogándote de todas las vueltas que pienso darte. Ahí me vas a cortar la lengua, los brazos y las orejas. Los ojos no, te gusta que te vea y más te va a gustar que sea lo único que pueda hacer. Me voy a empachar de hacerlo y voy a vomitarte. Cortamelos, mordelos y agarrate bien fuerte de lo que quede de mí.

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